domingo, 16 de diciembre de 2007

salvemos a la malinche

Tal vez los conservacionistas seamos como la gente común dice, exagerados y alarmistas por las reacciones que tenemos al observar casos como el del Parque Nacional La Malinche. Pero si usted ha tenido la oportunidad y fortuna de conocer este lugar, podrá, como nosotros, hacer un diagnóstico a conciencia de lo que segura-mente también ha visto y le causará desconcierto la situación que se vive, en general, en áreas protegidas como ésta.

Este parque se ubica en la quinta montaña más alta del país, con una altura de 4,461 metros sobre el nivel del mar y una superficie que comprende 45,805 ha en los estados de Tlaxcala y Puebla. Sus bosques incluyen especies como los árboles de oyamel (Abies religiosa), de pino (Pino montezumae y Pino pseudostrobus), de encino (Quercus crassifolia y Quercus rugosa) y de ahiles (Alnus jorullensis y Alnus firmifolia).

Realizar una caminata entre estos árboles es verdaderamente relajante y revitalizador. Algunos de los visitantes toman como punto de reunión el Centro Vacacional Malintzi ubicado dentro de los límites del parque y otros prefieren acampar en el bosque y descansar plácidamente en hamacas que tienden entre un pino y otro. Para los deportistas experimentados que practican el trekking o que buscan altos rendimientos en sus deportes, subir la montaña es un reto. Las rutas a seguir pueden ser por un camino asfaltado o por las diferentes veredas que hay en el bosque, ofreciendo mayor contacto con el ecosistema y con uno mismo. Los caminos a campo traviesa pueden ahorrarnos muchas vueltas, pero las pronunciadas pendientes también cobran su precio, con un mayor gasto físico. Es así que en La Malinche, el ejercicio o el descanso están garantizados.

Conocer esta imponente montaña ha sido para mí muy vitalizante, más aún cuando sólo pude llegar a los 3,400 m; estoy seguro de que pronto podré regresar a completar el recorrido hacia la cima. Por otra parte, como persona interesada en los recursos naturales de estos bosques, pude apreciar llamativos elementos como la gran diversidad de hongos, que al igual que en otros sitios, son utilizados por las comunidades locales en sus dietas. Entre las aves vimos colibríes y chepitos serranos (Catharus occidentalis) y también pequeños mamíferos como el conejo serrano (Sylvilagus cunicularius).

Sin pasar por alto los comentarios y la problemática que me hicieron saber algunas personas que se interesan en la conservación y quienes practican deportes al aire libre en el Parque La Malinche o Matlacuéyatl (“la de faldas azules” como la llamaban los antiguos moradores), nos dirigimos hasta el lugar para corroborar su estado. Como resultado de nuestra visita, comprobamos que la afluencia de visitantes genera grandes cantidades de basura, que es almacenada en contenedores cuya capacidad es rebasada al paso de los días y, por consecuencia, los desechos son dispersados en el bosque. No sólo allí radica el problema, los corredores, montañistas y campistas que ascienden hasta la cima, también van dejando envases de refrescos y plásticos por todo su recorrido, aun en sitios fuera de las veredas.

Algo aún más alarmante, es la evidente tala de árboles. Un guardaparque del estado de Tlaxcala me comentó que hay un programa de saneamiento de árboles plagados por ácaros descortezadores (Dendroctonus mexicanus) mediante su tala; estas actividades permiten tener un bosque sano. Pero mis propias observaciones me llevaron a varios sitios dentro del bosque, donde encontré pinos perfectamente sanos, talados y cortados en tablas. El guardaparque tuvo que aceptar que existe gran presión de las comunidades locales de origen náhuatl y otomí, por aprovechar los recursos forestales y que lo hacen de forma ilegal.

Por nuestra parte manifestamos inconformidad y desaprobación a lo observado en el sitio. Creemos que las autoridades de ecología del estado de Tlaxcala, están actuando con suma tibieza ante la destrucción del bosque. Nosotros, como seguramente otros visitantes, vimos los troncos para tablas y escuchamos las hachas en la parte media de la montaña. Consideramos que esa área que está siendo afectada, podría traer graves problemas de retención de suelo y agua, a pesar que existen zanjas para este fin. La destrucción de los árboles y la disminución de la cubierta forestal ya han generado grandes impactos, como la reducción del agua captada que se utiliza en las ciudades de Puebla y Tlaxcala.

Este problema no es nada nuevo, si consideramos que sólo queda el 30% de la superficie forestal del parque. Y no por ser una cuestión de uso tradicional debemos dejar que continúe este proceso de destrucción. Es claro cómo en las partes bajas de la montaña, el mosaico de actividades agrícolas y ganaderas ha ganado terreno, constriñendo el cinturón forestal en la parte media de la montaña. Es urgente que se implemente un plan estratégico para la conservación del bosque en el parque. Que se concientice a los visitantes en temas de educación ambiental, para que recojan los desechos sólidos que generan durante su visita y que las autoridades de ecología cumplan su papel de forma estricta.

La Malinche es un parque que vale la pena conservar y restaurar sus áreas afectadas por la tala. En las áreas protegidas, ya no se pueden seguir sustituyendo más árboles por áreas de cultivo con altos grados de erosión y suelos pobres.
Ayúdanos a salvar este magnífico lugar.
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Miguel Angel Mont Pérez
Banco: HSBC, CTA: 4030673040
En Puebla, Pue.
México